23 de agosto, martes:
Desayunamos en los alrededores de San
Marcos donde se divide el Camino: a la izquierda continúa el Francés, a la
derecha el Salvador. Aquí se inicia la
travesía por los remotos puertos de la Cordillera.
Desde San Marcos y remontando siempre
la margen izquierda del río Bernesga, se sigue la Avenida de los Peregrinos
hasta el arrabal de Eras de Renueva.
Toda la vega está ahora inundada de urbanizaciones y residenciales de
adosados por las que caminamos en un paseo agradable. Pronto pasamos junto al complejo de San
Cayetano, antiguo hospicio y en la actualidad dependencias de la Diputación,
preámbulo de Carbajal de la Legua que atravesamos longitudinalmente siguiendo
la carretera. Al final del pueblo se
abandona el casco urbano por un camino de tierra que asciende por una ladera
con vistas al valle del Bernesga poblado de robles, encinas y carrascas.
Creíamos habernos abastecido bien de
agua y alimentos pero hace mucho calor y el terreno se empieza a inclinar. En algunos tramos el sendero se estrecha y
los arbustos forman túneles que pueblan nubes de mosquitos, en otros la maleza
se abre pudiendo apreciar el valle y la galería de arboleda que forma el cauce
del río. Coincidimos con una pareja de
peregrinos (no anoté sus nombres y no los recuerdo) ella, parlanchina
irredenta, había sido hospitalera voluntaria en algunos albergues del camino
Francés; él, más sosegado, camina a su sombra y con dificultades en las
subidas. En una cuesta también nos pasa
como el rayo una joven alemana, Lisa de 27 años, que por la tarde, en
conversación posterior, nos relata sus peripecias: dejó su trabajo, vendió su
coche y su piso y se marchó a la India.
Después de una temporada, volvió a Alemania y comenzó a andar en
dirección a Santiago el 7 de mayo de 2016, cuando llegue a Oviedo continuará
por el camino Primitivo y luego recorrerá Portugal para, al final, marchar a Sudamérica,
¡me canso sólo de oírla! ¡qué entusiasmo!. No le pregunté los motivos de su decisión,
así que nos quedamos con la incógnita.
Sedientos y ya algo perjudicados se
llega al despoblado de Villalbura del que solo quedan los muros ruinosos de
algunos edificios y donde se ha instalado un buzón con botiquín y un libro de
firmas en el que dejamos constancia de nuestro paso. Un poco más adelante ascendemos una colina
con fuerte desnivel que nos ofrece una lujosa vista sobre el valle del río
leonés, luego una bajada tranquila por pista forestal hacia Cabanillas. En la
fuente del pueblo nos agrupamos todos a degustar un merecido refrigerio y
recuperar fuerzas, momento en el que sufro un ligero desvanecimiento debido al
calor y a la falta de líquidos que he ido acumulando, bueno un pequeño percance
sin más consecuencias.
Queremos quedarnos aquí pero el
albergue solo tiene cuatro camas, lo que nos obliga a desplazarnos a La Robla
donde ya existen plazas de sobra en un excelente albergue municipal inaugurado
en 2011 en una esquina del parque de La Huerga, a las afueras del pueblo, y que
está en perfecto estado de conservación y limpieza disponiendo de todos los
servicios necesarios.
La tarde-noche la dedicamos a
hidratarnos recuperando los líquidos perdidos, primero con unas cervezas en el
café-bar Cosmos, en la plaza de la iglesia, regentado por el amable Alberto, al
que regresamos tras la reconfortante cena en el restaurante Olimpia, para
degustar unos excelentes gin-tonics preparados al gusto de cada uno,
orientados por el buen hacer de Alberto.
PINCHANDO EN CUALQUIER FOTO PUEDEN VERSE TODAS A MAYOR TAMAÑO
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